Judith Butler: La marea feminista

Judith Butler
Texto formalizado a partir de las reflexiones desarrolladas en la mesa redonda “Activismo y pensamiento”, con Judith Butler y el colectivo Ni una menos, organizado en la Universidad Tres de Febrero el martes 9 de marzo del 2019.

Los feminismos y la actualidad

La presente coyuntura de nuestra sociedad nos pone frente a los efectos de la caída del Nombre del Padre. El impacto del movimiento feminista actual y la inusitada fuerza de su crecimiento se articulan en nuevas construcciones sociales que plantean interrogantes inéditos para pensar desde el psicoanálisis. A propósito de ello el feminismo parece funcionar como una especie de caja de resonancia que toma las calles y Activismo y pensamientohace suyo lo disímil, capaz de aglutinar diferentes tipos de conflictos y ampliarse a partir de estos. Específicamente los feminismos se han vuelto un movimiento dinámico y heterogéneo que trasciende las fronteras. Para el colectivo Ni una menos, participante de la mesa redonda Activismo y pensamiento junto a la filósofa Judith Butler, “esa transnacionalización del movimiento feminista en toda su multiplicidad no es una dimensión abstracta, es algo que ya existe e ingresa en territorios históricamente depreciados, por ejemplo los domésticos, los indígenas, en dinámicas de precarización laboral y existencial del individuo”. De consecuencia surge la pregunta sobre la modalidad para producir proximidad entre conflictividades y luchas tan diversas. Algo que, en definitiva, el colectivo realiza ya en diferentes geografías a través de alianzas que trascienden los Estados Nacionales. Una transversalidad política construida no sin dificultades, que permite apoyar las batallas en curso. Estas alianzas no construyen hegemonía ni sintetizan su accionar a través de reglas o formas de manifestarse. Posiblemente allí resida su capacidad expansiva inesperada que lleva a disipar los límites circunscritos de un determinado “territorio en conflicto”.

De fronteras y marea

 Para Butler el suceso de Ni una menos se basa mayormente en la capacidad de generar diferentes movimientos que por un lado están relacionados y por el  otro poseen a su vez una independencia significativa, como Ni una menos en las cárceles Ni una migrante menos. Esta independencia concierne al territorio y a la delineación de un mapa geopolítico. Un ejemplo concreto es Italia, donde en el pasado el activismo feminista estaba a cargo casi exclusivamente de los Centros Antiviolencia. Con el nacimiento de Non Una Di Meno las activistas salieron a las calles y se constituyeron en asambleas territoriales, en línea con las diferentes problemáticas. Para Butler la solidaridad transversal o transnacional tiene que tener en cuenta la frontera: “No podemos ir de país en país saltando fronteras. El impacto de lo transnacional es importante”. Por consiguiente cada movimiento feminista se implica en cuestiones correspondientes al lugar de pertenencia pero que al mismo tiempo lo trascienden, como la lucha de éstas contra el Ni una menos en las càrcelescolonialismo en Palestina; contra el sistema de castas y la censura Estatal en la India; o en Turquía, donde se combate contra la vulnerabilidad social de los trans. Entre todos los movimientos deben existir alianzas y solidaridad teniendo en cuenta que no es posible trasladar la lucha de un territorio a otro ya que se pelea contra diferentes tipos de terror, muy complejos cada uno de ellos. En este contexto resulta importante la manera en la cual se definen los poderes, no sólo los que se combaten sino también los ejercidos por los colectivos, para que el activismo no se cristalice en una especie de imperialismo. La respuesta surge una vez más desde la preservación de lo heterogéneo y la interpretación de las fronteras. Ignorarlas o detenerse ante ellas resulta aleatorio. En tal sentido se necesita efectuar una operación de traducción que no es sólo lingüística sino también cultural y social, visto que los paradigmas feministas no son siempre los mismos. Es allí donde la labor de traducción resulta esencial. Junto a la idea de frontera, la filósofa articula la noción de marea como forma de perfilarse del feminismo:
La marea como tal, vuelve. Es un movimiento dinámico que puede cambiar nombre y dirección además de hablarse en diferentes lenguas. La marea, al igual que el feminismo, no conoce un inicio cierto pero llega, insiste, vuelve a aparecer, es dinámica y tiene un futuro impredecible (Butler).

Existir en la fragmentación

Cuando se llega a consolidar un movimiento de relevancia significativa como lo es actualmente el feminismo, podría surgir la pregunta sobre cómo evitar su fragmentación. Butler afirma que:
 …si frente a los problemas internos que puedan aflorar, la respuesta es discriminatoria o violenta y no se analiza la raíz de la dificultad, la amenaza de fractura es inminente. La estrategia es no impugnar el enojo sino cultivarlo y recibirlo para identificar sus fuentes, efectuar un análisis, elaborar un plan o proyecto y generar comunidad.
  Por lo tanto sugiere no tratar de evitar la fragmentación sino aprender a convivir con ella. Es lo que hace a la fuerza del movimiento. Por lo tanto la lucha contra las desigualdades internas apunta a la inclusión de todo tipo de mujeres y demás colectivos. La solidaridad debe primar sobre la diferencia y recibirla. Sin embargo, una de las líneas activistas considera que el feminismo es un movimiento sobre mujeres, para mujeres y que representa a mujeres. Butler observa que si bien esta es su esencia o inicio, actualmente combate diferentes tipos de violencia ejercidas hacia las minorías: contra las mujeres, trans, travestis, contra la violencia hacia aquellas que no nacieron mujeres pero se sienten así y son vulneradas por la discriminación. “Todas ellas son feminismo”. Y agrega: “Un feminismo excluyente no es feminismo. Igualmente no es necesario amarse entre todas para ser solidarias o pertenecer al movimiento. El conflicto existe y va seguir existiendo”. De hecho, la fragmentación se alimenta de ellos, pero si son recibidos se evita el dogma y la cristalización en una figura muerta y por ende, absolutista. Ni una menos considera que las mujeres y los cuerpos feminizados del mundo han creado en todo caso, un sujeto político que posee características en común, con una cierta mirada sobre lo social, alianzas insólitas, transversalidad, horizontalidad, interseccionalidad e internacionalismo. Modos que surgieron para “enfrentar la contraofensiva del régimen patriarcal”.

La familia “fuera de lugar”

En la actualidad se asiste a una especie de subversión contra la salvaguarda fundamentalista de las categorías hombre-mujer y de la familia tradicional como lazo parental único y posible. Los avances de la ciencia médica y las nuevas posibilidades de generar parentalidad[1] obligan a pensar nuevos lazos, donde la modalidad anterior es puesta en discusión. Hoy en día se reconocen a nivel social y/o legislativo diferentes tipos familiares de complejidad creciente. Se pasa entonces de un modelo jerárquico a otro de participación que excede las diferencias hombre-mujer, padre-madre. Recientemente han aparecido ideologías anti-género que se pronuncian contra el feminismo acusándolo de destruir la familia como base de la identidad del sujeto. Por otra parte la Iglesia criminaliza el deseo y restringe el género al binarismo, sosteniendo una idea patriarcal de familia. La penalización del aborto y el rechazo de la homosexualidad vienen de la mano. Los nuevos modos de goce reconocidos a nivel social traen aparejada Mesa redonda con Judith Butlersu segregación siendo sin embargo, recibidos por el movimiento. El feminismo incluye mujeres, trans, queers[2], géneros no binarios, lesbianas y todo aquello que no pertenezca a lo tradicional. Butler articula a esta ideología el concepto de performatividad[3] relacionado siempre con la temporalidad y la especificidad del poder. Dice: “Existen actos que de alguna manera resultan privilegiados al momento de probar el género sin tener en cuenta que se trata de una categoría mucho más compleja. En caso de nacer mujer el objetivo natural sería parir, momento en el cual la persona en cuestión se convierte en una verdadera mujer. Si por algún motivo no quiere o no puede, falla. Muchos países, la Argentina incluida, consideran al cuerpo de una embarazada propiedad del Estado. Si ésta por alguna razón no quiere llevar adelante el embarazo, se le impone una maternidad forzada. Por ejemplo, la niña violada en Tucumán y obligada a parir, es resultado de una reiteración performativa  del poder. Para Butler, el feminismo tiene que crear alternativas válidas a la familia tradicional obligatoria. “Nuestra solución, dice, tiene que orientarse a producir sistemas de cuidado e interdependencia que vayan más allá de la familia”. Pensarla, por ejemplo, como atenciones recíprocas entre personas convivientes o no, donde no siempre exista una pareja fundante, sino la constitución  de lazos solidarios que logren alojar las propias vulnerabilidades. Generar modos de apoyo para enfrentar al régimen patriarcal homofóbico y capitalista. Agrega que “la gente va a la Iglesia en busca de abrigo, lo que podría traducirse en necesidad de sustento emocional. Son personas que sufren la inestabilidad y ansían un sostén”. La idea de Butler es hallar las fuentes de dicha precariedad y generar herramientas para superarla. Los movimientos sociales tienen dimensiones suficientes para convertirse en lugares de pertenencia. No deben ser necesariamente la familia o la Iglesia, sino aquello que genere comunidad.

La comunidad en lo individual

Las demandas políticas del movimiento feminista se encuadran en la libertad individual y en el sujeto que las plantea, pero actúa a través de lo comunitario. Las luchas comprenden temas que representan a colectividades enteras como la legalización del aborto, la elección sexual, el movimiento entre fronteras, la censura, las castas, las tierras sagradas. Cada grupo tiene sus formas de resistencia, de autodefinirse, modos de estar en el mundo que no se basan en lo individual. Por ello el movimiento recibe historias particulares pero su interés apunta a la vinculación entre ellas para así representarlas comunitariamente según la política del lugar. El individuo es importante pero su capacidad de acción se basa en las luchas grupales. El “yo quiero” planteado por una persona como sujeto de derecho, aunque se manifieste individualmente, concierne a un colectivo. Agrega Butler que “de alguna manera todos pertenecemos a otros y tenemos deudas, no económicas sino emocionales, con aquellas personas que llegaron antes. Por ejemplo, si yo quisiera cambiar de género, puedo hacerlo porque hubo un movimiento social que subvirtió la idea detrás de la ley de género o de la intervención quirúrgica relacionada a ella”. En el 2012 la lucha en Argentina tomó carácter institucional y concluyó en la Ley de identidad de género que dictamina la posibilidad de definir la propia orientación sexual sin injerencia del poder judicial o médico. Para Ni una menos, siendo sujetos sociales nos vemos afectados por el individualismo, la competencia y la vida vivida como un mercado. Un modo de intervenir es observar nuestras mismas prácticas y cuestionarnos el tipo de mundo que construimos, “saber si resistimos a lo colonial o lo subvertimos”. Para Butler, una ocasión de visibilizaciόn es el paro internacional de mujeres:  En EEUU seguimos lo que ocurre en Argentina muy de cerca. Nos interesa tejer una red internacional, aunque posiblemente estemos en el país donde lograr esto cueste más por tratarse de una nación sumamente anclada en el individualismo. Por ejemplo, no logramos que el paro cobre la fuerza y la potencia que tiene aquí. Para nosotros, salir a la calle es la posibilidad de articular nuestro pensamiento. Titulamos esta mesa redonda Pensamiento y activismo con la intención de desmontar la idea de gente que piensa por un lado y la que sale a la calle por otro. La consigna es un tipo de resistencia estable en su persistencia. Se necesita ser marea.   Pensamiento y activismo
  • Autor: Lic. Rosana Alvarez Mullner
REFERENCIAS [1] Existen diferentes tipos de familia social y/o legislativamente reconocidas: Nuclear: Hombre y mujer o personas del mismo sexo sin hijos; Nuclear simple: madre y padre o su rol con uno o dos hijos; Nuclear numerosa: madre y padre o su rol con tres o más hijos; Reconstruida o ensamblada: padre y madre o su rol, alguno o ambos divorciados o viudos, en donde existan hijos de una unión anterior; Monoparental: padre o madre solos con hijos; Monoparental extendida: padre o madre solos con hijos, más otras personas con parentesco; Monoparental extendida compuesta: padre o madre con hijos, más otras personas con o sin parentesco; No parental: familias con vínculos de parentesco que esgrimen la función de padres, sin su presencia. La creciente complejidad de las distintas configuraciones familiares, lleva además a una evolución de los roles tradicionales padre-madre. [2] Adjetivo tomado de la lengua inglesa. Significa extraño o poco usual. Se emplea para identificar las  personas que se reconocen por fuera del discurso establecido respecto a la noción de normalidad codificada por la cultura situándose junto a lesbianas, travestis, gays, bisexuales, transexuales, transgéneros, intersexuales, etc., aunque algunos de ellos reclamen el término como forma de autoafirmación. [3] «Lo performativo» alude a gestos, actos y realizaciones que actúan como principio organizador de la identidad. Tiende a crear la ilusión de un núcleo de género interior que se preserva mediante el discurso con el propósito de regular la sexualidad. Extraído del libro El género en disputa Judith Butler.