
Un espacio con elefante rosa
El Centro Cultural Borda invita cada primer domingo del mes por la tarde a participar de sus actividades. La convocatoria se extiende a todo el que quiera ser parte del proyecto como realizador o espectador, sea interno o externo al hospital. En esta ocasión el “festival de variedades artísticas y de integración”, según se promociona en las redes sociales, invita a pintar a Sharlyne. Una elefanta rosa tamaño natural realizada en cemento, apostada hace ocho años en los jardines del Borda. La elefanta nace casi simultáneamente al Centro Cultural, producto de la primera convocatoria a artistas plásticos. Una escultora formalizó la idea conforme a la premisa de efectuar una actividad que lograra llamar la atención, además de incluir a los internos en la realización.Iconografía de la alucinación
Leticia Arpesella, artífice de la obra, se inspiró en el elefante rosa como figura alegórica de la alucinación tomándola del bestiario iconográfico de la enfermedad mental, si es que existe uno. La imagen adquirió popularidad gracias a la escena de El desfile de los elefantes rosas, perteneciente a la película Fantasía. Walt Disney, su productor, fue a su vez precedido por el escritor Jack London, quien acuñó este eufemismo en su novela autobiográfica de 1913 donde el protagonista, John
El hombre que todos conocemos, estúpido, carente de imaginación y cuyo cerebro es aturdido por gusanos adormecidos, el cual camina descontento, al que le fallan las piernas y cae finalmente en las alcantarillas, ve extasiado «ratones azules» y «elefantes rosas.La imagen-símbolo de la alucinación con matriz en el delirium tremens perfila de este modo su ícono. Igualmente se podría decir que pasa a formar parte del imaginario colectivo en modo definitivo de la mano de Salvador Dalí, quien inicia a trabajar para los Estudios Disney en 1940. El pintor es el autor de los bocetos de la célebre escena utilizada en principio para el film Fantasía y luego empleada en Dumbo. La alucinación, la quimera y el sueño dalinianos dejan su huella en la estructura tradicional del cartón animado. En la secuencia, el pequeño elefante se emborracha accidentalmente sumido en la tristeza por haber descubierto su imposibilidad anatómica para volar. Se despliega entonces ante sus ojos un universo alucinatorio protagonizado por sucesiones de elefantes que desafían la gravedad. La pantalla se ve colmada de paquidermos que se multiplican, cambian color y entrelazan hasta estallar. Acompaña la danza una canción titulada Las ánimas del terror confiriéndole aún más su carácter perturbador:
¿Quién es? -¿Quién va? -Ya empiezan a desfilar -Vienen ya, mira que saltos dan -Serán quizás -Parientes de Satanás -Ya están aquí -Entorno a la cama van- Al revés, no dejan de marchar- Terror me dan- Me quieren hacer volar- ¿Qué voy a hacer?- ¿Hay que correr? -Las ánimas del terror…La escena, sea por las imágenes o la canción, contrasta y desorienta al público al cual se dirige. El cartón animado vela hasta cierto punto su carácter ominoso. Aquello que debiera ser inocente y confiable porta consigo un núcleo de extraneidad clandestina que conduce a la incertidumbre intelectual.
El revés de la obra de arte. Lo ominoso
Respecto a las manifestaciones artísticas, Sigmund Freud invita a dejar de lado las diferentes teorías sobre lo bello, para individualizar lo que cela la obra de arte. De hecho, aquello que custodia la imagen suele ser uno de los motivos más relevantes de su fuerza representativa.
Realidad y alucinación
“Un día tendrá que ser admitido oficialmente que lo que hemos bautizado como ‘realidad’ es una ilusión aún mayor que el mundo de los sueños”. Dalí El instante momentáneo de desorientación con respecto a un objeto o situación familiares al que hace referencia el término “ominoso”, no resulta definitivo a nivel de la estructura psíquica del sujeto. El extrañamiento no corresponde a una pérdida de realidad como sucede en las psicosis que cuentan, algunas de ellas, con la alucinación como fenómeno principal. En las psicosis “el yo se retira de un fragmento de la realidad que suele compensarse sin una limitación del Ello, a través de la creación de una nueva” (Freud, 1992). De este modo, luego de la primera fase, sigue un trabajo activo de reconstrucción. La realidad rechazada es sustituida. Una reconstrucción que desmiente y recompone a la vez. Para Freud no solo cuenta la pérdida de realidad sino el sustituto de la misma. Éste será el punto del cual parte Lacan para continuar su investigación. Asimismo desplaza el eje de la cuestión para acentuar dicha estructura de reconstrucción de la realidad. “El delirio y la alucinación, a modo de manifestaciones de lo Real, ocupan ese agujero perpetrado en lo simbólico” (Lacan, 1987). Por ende la producción artística tiene un lugar preferencial en el momento de restablecer los lazos entre el sujeto y el mundo. La valoración freudiana ha situado a la obra de arte como uno de los objetos más atractivos de la investigación analítica, en una dialéctica que indaga los límites y entrecruzamientos entre la psicoterapia y el arte. Igualmente, el argumento abordado de esta manera no abarca en modo exhaustivo el saber sobre su función.La naturaleza pragmática de la expresión artística
La utilidad del campo de interrogación del artista y sus productos ha llevado al desarrollo de modalidades terapéuticas que incluyen la aplicación de la expresión artística en sujetos con padecimiento psíquico. Sobre este punto, las líneas de trabajo se dividen entre corrientes terapéuticas que direccionan al enfermo hacia una normalización

- Autor: Lic. Rosana Alvarez Mullner
- AAVV (1997), Croquis clínicos, Cuadernos de la sección clínica de Buenos Aires, número 2, Buenos Aires, Eolia ed.
- Bedoni, G., Tossati, B. (2000), Arte e psichiatria, uno sguardo sottile, Milano, Italia, Edizioni Mazzotta.
- Freud, s. (1992), La pérdida de realidad en la neurosis y en la psicosis, vol. XIX (1924), Buenos Aires, ed. Amorrortu.
- Freud, S. (1990), Lo ominoso, vol. XVII (1919), Buenos Aires, ed. Amorrortu.
- Lacan, J. (1987), De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis (1955), Escritos II, Buenos Aires, Siglo XXI ed.
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